Sí, fue en el momento más oportuno.

Empezaba el ritual de cada noche. Lejano. Lejano de él, lejano como él.

Aunque realmente poco importaba que hubiera metros, muchas calles, uno, o dos universos enteros en medio; seguía guardando su simple visión y aroma detrás de los párpados.

El teatro y su escenario ya están dispuestos, y nuestra es la representación.

Entre dedos y pensamientos se ayudan a dibujarnos el contorno, pero tienen impaciencia niña y poco tardarán en emborronarlo con acuarela y travesura.

Pocas palabras nos quedan que no podamos ya decirnos con el idioma de los besos y la piel, poca realidad podríamos imaginar más loca y delirante que la que late ansiosa en el reloj.

(...)

Me dicen que nos han dado permiso para improvisar. Voy a robar el telón para taparme de miradas y que ninguna vea cómo desnudas la parte más carnal de mi alma...
¿Cómo...?
... Ah, maldita avaricia la tuya...

Sabes que la otra ya la tienes tú desde hace mucho tiempo.

Fin de la función.


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